(Buenos Aires) Andrés G. Muglia
Acerca de la moda, pensadores y teorías
Extractado del libro "Atención, recto y sinuoso"
del mismo autor.
La moda no ha contado sino
hasta los años ´60 del siglo XX con una atención profusa por parte de los
sociólogos, antropólogos, psicólogos, semiólogos, etc. Antes de esa época podemos
encontrar diversas citas y opiniones acerca de la moda, pero insertas en
tratados más amplios o como referencias indirectas. Sólo un consecuente
explorador de textos como Walter Benjamin ha podido rastrear el tema en
diferentes fuentes. Por Benjamin conocemos una metáfora interesante acerca de
la vinculación entre la moda y la muerte, ya que ambas, dice citando a Giácomo
Leopardi, son hijas de la caducidad. La analogía se establece además por un
objetivo común, aunque cada cual en su dimensión: renovar el mundo.
Quien se acerque al tema de la
moda, se encontrará con la figura de George Simmel como uno sus primeros y más
importantes teóricos. Menospreciado en algún sentido por sus contemporáneos,
será recuperado por las generaciones siguientes, y en lo relacionado con el
campo de la moda, se lo revisitará constantemente. Como veremos más adelante
tanto Bourdieu o Baudrillard, como Lipovetsky y Mafessoli, tendrán algún tipo
de deuda con las ideas del pensador alemán.
La primera mención de Simmel
con respecto a la moda la constituye un artículo suyo de 1895, pero su
profundización en el tema la constituirá el ensayo "Filosofía de la
moda". En este ensayo, Simmel explica la dinámica de la moda en parte
basándose en lo que llama "la propensión psíquica a la imitación", de
la que también hablan Herbert Spencer y Gabriel Tarde. Con respecto a este
impulso Simmel dice:
"Cuando
imitamos, no sólo transferimos de nosotros a los demás la exigencia de ser
originales, sino también la responsabilidad por nuestra acción ... la moda es
imitación de un modelo dado, y satisface así la necesidad de apoyarse en la
sociedad; conduce al individuo por la vía que todos llevan, y crea un módulo
general que reduce la conducta a mero ejemplo de una regla." (1).
Pero de
igual modo que satisface este impulso, que a los ojos de Simmel lleva al hombre
a integrarse al resto de los individuos del cuerpo social, la moda también
comporta la contradicción de integrar a su mecánica la tendencia opuesta, es
decir la de distinguirse del resto. Unir
y distinguirse son dos rasgos que conviven al interior de la moda, en una
oposición lógica que permite la realización de ambas.
Sin
embargo el análisis de Simmel no se agota en sus observaciones acerca de la
imitación. En concordancia con Thorstein Veblen, autor del libro "Teoría
de la clase ociosa", publicado en 1899, donde enuncia su teoría del "derroche ostensible"; Simmel
apoya su tesis en la afirmación que señala que la moda es "un producto de la división de la sociedad en clases" (2).
Con esta visión, la moda no sería otra cosa que la continuación de la lucha de
clases enunciada por Marx, pero en el terreno de lo simbólico.
"... siempre
las modas son modas de clase, ya que las modas de la clase social superior se
diferencian de las de la inferior y son abandonadas en el momento en que ésta
comienza a apropiarse de aquéllas..." (3).
Otro de los principios de
Simmel es establecer que la moda tiene una motivación únicamente social. Para
demostrarlo, indica cómo ésta no responde a lo útil o lo funcional, y ni
siquiera a lo estético (concepto en el que coincide con Veblen), con lo cual la
única clase de motivaciones que le quedan son las sociales.
La escuela francesa
"Rey Enrique: Oh Kate, las maneras elegantes son ordinarias para los grandes reyes. Querida Kate, tú y yo no podemos estar confinados dentro de la débil lista de la moda de un país; nosotros somos los creadores de modas..."
Enrique V, William
Shakespeare (1598)
Dentro de
la llamada escuela francesa, hablaremos de sus dos exponentes más importantes:
Pierre Bourdieu, y Jean Baudrillard. Los dos a su turno, apoyan sus teorías en
las ideas de Simmel que explica la mecánica de la moda como una carrera de
clases por la apropiación de ciertos símbolos.
En el
caso de Bourdieu, su visión sobre la moda se integra a una idea más amplia, que
es su teoría sobre los campos. Para Bourdieu un campo es "un espacio de juego… un campo de relaciones objetivas entre los
individuos o entre las instituciones que compiten por un juego idéntico" (4).
Según Bourdieu, estos espacios de juego poseen ciertas "leyes de
funcionamiento invariante" que regulan la competencia de sus ocupantes.
En lo relativo a la moda como
campo, su idea más importante es la de "distinción", que expresa en
el libro "La distinción. Criterio y bases sociales del buen gusto".
Bourdieu indica que la posesión del capital cultural, y entre ello la moda,
genera estilos de vida diferentes entre las clases altas y las bajas. Así, la
moda no es otra cosa que un sistema de variaciones con destino a diferenciar, a
distinguir, una clase de otra, intentando sostener la jerarquía de la primera.
La clase alta intentará por
todos los medios conservar su preeminencia, no sólo a través de lo material, sino
también de los símbolos: "... las
posiciones sociales se presentan como unas plazas que hay que defender y
conquistar, empleando estrategias para ello." (5). La moda es pues,
una estrategia más.
Baudrillard por su parte, asumiendo la tesis que determina
a la moda como un campo donde "...
los objetos desempeñan el papel de exponentes de un estatus social" (6),
profundiza una idea que encontramos también en Bourdieu y en el propio Marx, la
de la articulación entre producción y
consumo. Baudrillard investiga la lógica del consumo en sus libros: "La
sociedad de consumo", "El sistema de los objetos" y "La
economía política del signo". La moda, según Baudrillard, liga su lógica a
la del consumo. El objeto de consumo no sólo incluirá las categorías marxistas de
valor de uso y valor de cambio, sino que agregará otras dos categoría más: su
valor en tanto que símbolo, y su valor como signo. La clave del consumo está en
el pasaje del objeto de un estrato al otro, hasta su llegada a la condición de
signo.
Vemos la operación de Baudrillard en busca de la lógica
del mercado, como un progresivo strep-tease
del objeto en cuanto a sus funciones. Primero lo despoja de su funcionalidad
específica, de su utilidad, de su valor de uso. Luego de su perfil económico,
de su valor de cambio. Posteriormente de su valor de símbolo, que todavía en el
ejemplo del regalo, conserva su relación con el deseo. Se queda con el último
valor, el de signo, sólo significativo en relación a otros signos. En este
signo desligado de función, en este significante flotante a la manera
sausurreana, Baudrillard encarna la lógica de la movilidad del consumo.
"No existe verdadero
objeto de consumo sino desligado: de sus determinaciones psíquicas como
símbolo; de sus determinaciones de función como utensilio; de sus
determinaciones mercantiles de producto; por tanto liberado como signo, y
reintegrado a la lógica formal de la moda, es decir la lógica de la
diferenciación." (7).
La sociedad de consumo, el mercado y la publicidad, ya
no ofertan utilidades ni funciones, y ni siquiera incitan deseos, sino que
manipulan esta trama de signos que se significan los unos a los otros por
diferencias y contigüidades. Este mismo valor de signo es el que explica el
fenómeno de la obsolescencia de los objetos no ligada a su decadencia funcional
(objeto utilitario), sino a su carácter de objeto pasado de moda (objeto como
signo).
"... sobre toda la gama
de los objetos juegan, en el cálculo de su duración, dos variantes distintas:
su tasa de desgaste real... o, inversamente, el antiguamiento acelerado debido
a la moda." (8).
Baudrillard se aboca a la tarea de estudiar la segunda
de las variantes. Según él, la moda no refleja una necesidad de cambio, sino
coacciones de origen social con destino a la diferenciación y el prestigio. Sin
embargo, la movilidad de la moda es tan rápida, tan apremiante, que crea un
mecanismo que no refleja realmente la movilidad social, sino que crea una
ilusión. Cambia los signos pero no el orden jerárquico de lo que podemos
suponer, fundamenta esos reflejos: el cambio social. Esta falsedad del movimiento simbólico dificulta su lectura
y su interpretación. A esta ilusión, dice Baudrillard, se agrega otra, la de
interpretar que la fugacidad de la moda y su rechazo de la tradición abole de
alguna manera los signos distintivos heredados, creando lo que él llama una
"ilusión democrática". Para Baudrillard la moda no hace sino cimentar
y apuntalar "la desigualdad cultural
y la discriminación social" (9).
En la actualidad, dice Baudrillard, vivimos en un permanente simulacro,
donde la realidad no es más que un “carnaval
de apariencias” (10).
En esa lógica blanda y falsa del simulacro viene a insertarse el signo
carente de función, y por tanto intercambiable, del objeto de consumo, el cual
la moda se aplica en sustituir y hacer circular. La articulación entre estos
tres conceptos: moda, consumo y simulacro, la hace Roland Barthes cuando dice: “Para obnubilar la conciencia contable del
comprador, es necesario extender ante los objetos un velo de imágenes, de
razones, de sentidos…, crear un simulacro del objeto real, sustituyendo un
tiempo de desgaste por un tiempo soberano, libre de destruirse a sí mismo…”
(11). Este tiempo soberano del que habla Barthes es el tiempo de la moda.
La moda como diferenciación
Otros dos autores, también
franceses, vendrán a criticar las teorías de la modernidad, desde una posición
plenamente posmoderna. Ellos son Gilles Lipovetsky y Michel Maffesoli.
En Lipovetsky el rechazo del modelo
moderno es radical. Las ideas del autor en relación a la moda están
establecidas en su libro “El imperio de lo efímero”, en donde realiza un
profundo estudio del tema.. Para Lipovetsky existe una conmoción en la
sociedad, en el individuo y en las costumbres actuales, que remite a la caída
del modelo de la modernidad. Este modelo de grandes discursos, dirigista y
autoritario, se ve suplantado por uno que a juicio de Lipovetsky es
esencialmente democrático.
El individuo le da la espalda a la política, se descuida
el empeño moderno por suscribir a tal o cual ideología para volcarse de lleno a
la esfera individual, en lo que el autor llama “proceso de personalización”. “El ideal moderno de subordinación de lo
individual a las reglas racionales colectivas ha sido pulverizado…” (12).
Ya no existen ni ídolos ni tabúes, el hedonismo individual no tiene oposición,
y prima por sobre todo lo demás un narcisimo acentuado. Este narcisismo es “… símbolo del paso del individualismo
“limitado” al individualismo “total”…” (13). Pero no es solamente un
movimiento implosivo hacia lo individual, sino el desencadenante de nuevas
formas de socialización y asociación, tal como el auge de los grupos,
microgrupos, redes, ONGs, y toda una serie de agrupaciones que se alejan de lo
político-institucional. Esto es lo que Lipovetsky llama “narcisismo colectivo”,
que describe como una forma de narcisismo no solamente absorbente e
individualista, sino impulsado por la necesidad de agrupación con otros “seres
idénticos”.
Como es previsible, Lipovetsky
realiza una fuerte crítica a la mirada negativa que la modernidad ha “impuesto”
acerca de la moda. “La corporación
pensante, en un hermoso impulso unificado, ha adoptado sobre el tema un credo
común: la versatilidad de la moda encuentra su lugar y su verdad última en la
existencia de las rivalidades de clase…”. (14).
La otra fundamental oposición con los teóricos como
Bourdieu y Baudrillard, es la mirada optimista que Lipovetsky tiene sobre la
moda, que considera como un poder globalmente positivo. Recordemos el juicio
negativo de Bourdieu, que estudia los campos como mecanismos de refuerzo del
poder, y lo que dice Baudrillard acerca del poder de la moda, esencialmente
antidemocrático y propulsor de la discriminación y la desigualdad.
Para Lipovetsky en cambio, la moda
ayuda a la democratización. "... lo
artificial favorece el acceso a lo real, lo superficial permite un mayor uso de
la razón... El momento terminal de la moda no concluye la alienación de las
masas, es un vector ambiguo pero efectivo de la autonomía de los seres" (15).
La moda como identificación
Michell Maffesoli logra revitalizar algunos
conceptos simelianos y principalmente lo que en Lipovetsky encontramos con el
nombre de "narcisismo colectivo". Este concepto lo encuentra
Maffesoli en la descripción que Simmel hace de la dinámica de las sociedades
secretas. Esto quiere decir que todos (Lipovetsky, Simmel, Maffesoli), hablan
de un impulso a reunirse en grupo por parte de personas con intereses
similares.
Maffesoli, siguiendo esta línea,
avanza hacia el establecimiento de este punto como central en la lógica de su
propio discurso. En contra de Lipovetsky, que ve en la individualidad el eje
central de la vida contemporánea, Maffesoli se vuelca hacia el estudio del
concepto opuesto, el del agrupamiento.. En este sentido es que Maffesoli nos
habla de "neotrivalismo". "La
interacción que es especialmente visible en los grupos, tiende a favorecer al
conjunto..." (16).
Estas nuevas tribus, son para
Mafessoli una forma de agrupación excluyente y bien determinada. "Cada tribu es para sí su propio
absoluto." (17). Estas tribus tienen sus propias formas de
identificación, sus uniformes y su estética particular, muchas veces sin
relación con conceptos como la belleza o el buen gusto, y hasta en ocasiones,
en franca y declarada oposición a ellos; como se da en el caso de los grupos de
jóvenes relacionado con el "dark"
el "punk" o el "new gothic".
En esa identificación colectiva bajo
una determinada cantidad de signos convencionales a ese grupo, de insignias y
guiños de identificación, es donde la individualidad naufraga en favor de una
disolución en el todo, en un "sujeto colectivo"; donde el ego de cada
uno no es sino en función de lo que Maffesoli llama un "ego
extensible". Para el sociólogo francés no existe narcisismo en estas agrupaciones
sino un yo extensible asimilado al del grupo
Por último y volviendo a Simmel,
descubrimos que tanto Lipovetsky como Maffesoli parecen apoyarse en los dos
extremos de una idea ya planteada por él. Esta paradoja contenida en la moda,
que Simmel enuncia como una tendencia a unir y a su vez diferenciar al
individuo con la sociedad. Lipovetsky parece decidirse, en su descripción de la
individualidad y la personalización, por la tendencia a diferenciarse,
inherente a la moda. En cambio Maffesoli se inclina por la unión, por la
identificación y por la disolución del propio yo en el grupo.
1-
Simmel, G.: "Filosofía de la moda". En: "Cultura femenina
y otros ensayos", Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1939. pp.123-124
2-
Martinez Barreiro, A.: "Mirar y hacerse mirar, la moda en las sociedades
modernas", Editorial Tecnos S.A., Madrid, 1998. p. 51
3-
Simmel, G.: "Filosofía de la moda". En: "Cultura femenina
y otros ensayos", Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1939. p. 124
4-
Bourdieu, P.: "Sociología y cultura", Grijalbo, Consejo Nacional para
la Cultura y
las Artes, México D.F., 1990. p. 216
5- Martinez
Barreiro, A.: "La moda en las sociedades avanzadas", Universidad de la Coruña , La Coruña , Espáña, Papers 24,
p. 133, [en línea]. Dirección URL: www.bib.uab.es/pub/papers/02102862n54p129.pdf
[Consulta: 11 febrero 2005].
6- Baudrillard, J.: "El objeto de
consumo". En: Croci P., Vitale A.: "Los cuerpos dóciles.
Hacia un tratado de la moda", la marca Editora, Buenos Aires, 2000. p. 60
7-
Ibídem. p. 65
8-
Ibídem. p. 60
9-
Ibídem. p. 61
10- Por más información ver: Tseëlon,
E.: "Fashion and signification of social order", Semiotica journal,
N° 91, 1992, pp. 1-14
11- Barthes, R.: "El sistema de la
moda". En: Martinez Barreiro,
A.: "Mirar y hacerse mirar, la moda en las sociedades modernas",
Editorial Tecnos S.A., Madrid, 1998. p. 111
12-
Lipovetsky, G.: "La era del vacío", Editorial Anagrama S.A.,
Barcelona, 1992. p. 7
13-
Ibídem. p. 12
14-
Lipovetsky, G.: "El imperio de lo efímero", Editorial Anagrama S.A.,
Barcelona, 2000. p. 10
15-
Ibídem. p. 17
16-
Maffesoli, M.: "Une lecture de George Simmel", [en línea].
Dirección URL: http://www.ceaq-sorbonne.org/maffesoli/ar_georges.htm
[Consulta: 18 febrero 2005].
17- Martinez Barreiro, A.: "Mirar y
hacerse mirar, la moda en las sociedades modernas", Editorial Tecnos S.A.,
Madrid, 1998. p. 141
Más acerca del libro
en:
blog del autor: El
cazador literario
Andrés Gustavo Muglia
es Prof. y Lic. en Artes Plásticas de la UNLP. Trabaja como diseñador e
ilustrador desde hace más de quince años. Como escritor ha publicado desde el
año 1998 en la revista de Arte y Diseño CRANN de Argentina y también en FORO
ALFA, No diseño, Fractal (Méjico), Revista Almiar (España), Revista Diseño
Comercial, No Retornable, Revista de Reflexión Académica en Diseño y
Comunicación de la
Universidad de Palermo, etc. En el año 2005 vio la luz el
libro “Atención recto y sinuoso”, un ensayo acerca del diseño contemporáneo.
Mientras tanto se obstina en escribir artículos, cuentos, poemas y novelas.
Que interesante fragmento, buscaré su libro para comprarlo.
ResponderEliminarSoy diseñadora de moda y no podría estar más deacuerdo con usted.
¡gracias! por dejar un comentario
ResponderEliminar