jueves, 9 de mayo de 2013

El glamour - Beatrice de Borbón



El glamour
Beatrice de Borbón
Editorial Martínez Roca

(Buenos Aires)

A lo mejor alguien que no viste con el último modelo que apareció en una revista puede ser glamoroso, o una opinión puede ser glamorosa, tal vez algún pensamiento puede serlo.
¿Qué es exactamente el glamour? La autora del libro, Beatrice de Borbón o Beatrice Grüfin von Hardenberg, ha sido una de las grandes difusoras de la moda española, y dirigió la versión española de la revista Vogue.
Para tener un estilo propio, Beatrice ofrece las claves:

. Darse a los demás y proyectar sobre ellos amor, luz y alegría.

. Huir de la superficialidad y la falsa belleza

. Conocerse a la perfección para sacar el mejor partido de uno mismo.

. Vestir de acuerdo con la personalidad y forma de vida propios

. Hacer de la simplicidad un aliado.

La magia del cine ha dejado una estela de estrellas glamurosas con las que nosotros podemos identificarnos. Muchos nombres pasaron por la gran pantalla gris, pero han sido solo aquellos verdaderamente gloriosos quienes aún nos siguen iluminando: Katharine Hepburn, Kay Francis, Marlene Dietrich, Greta Garbo, Bette Davis, Irene Dunne, Gloria Swanson...Estas actrices  sorprendentes de los años 30 del siglo pasado, con su estilo propio, pronto se convirtieron en el ícono glamouroso de una época, y a la vez fueron sus grandes pioneras. Y lo fueron porque conformaban el primer grupo de mujeres que realizaban una destacada carrera profesional. Entre las modelos, Beatrice de Borbón destaca a Gisele Bündchen (http://www.giselebundchen.com.br/) que ha protagonizado más de veinte portadas de revista, desde Big hasta Vogue, representando el regreso de la modelosexy para resaltar la definitiva imposición de las manequíes con cuerpos sugerentes y voluptuosos frente a las delgadas hasta el límite. Ha vestido los trajes de Ralph Lauren, Gianfranco Ferré, Dolce & Gabana, Versace...
Lo más sugerente de esta joven brasileña es que representa mejor que nadie los nuevos valores que rigen el mundo de la moda. Representa la vuelta de las modelos sensuales. Su atractivo no se encasilla en un rasgo exótico, sino que va unido a su naturalidad, que le da una versatilidad que le permite tanto ser la chica de al lado enfundada en unos vaqueros, como la sofisticada mujer que viste un traje de noche.
En cuanto al cuidado del aspecto físico, la autora hace hincapié en la postura corporal, el lenguaje
no verbal y la voz. En cuanto a la ropa aconseja vestir de forma discreta pero favorecedora. La ropa debe convertirse en parte de uno, como una segunda piel, afirma. El maquillaje no puede ser una máscara, hay que ser cautelosos.
Como personajes glamourosos Beatrice destaca a Lady Di, Audrey Hepburn, Madonna, Judith Mascó, y la reina Noor de Jordania, la madre Teresa de Calcuta, Sting, Juan Pablo II  y Antonio Banderas, entre otras personalidades.  En contrapartida está el antiglamour, o la grosería de la exhibición. El antiglamour es el puro  materialismo, es la lucha por el poder que se obtiene a base de pisar a los demás, de ponerles zancadillas, de usurpar sus cualidades. El antiglamour se ceba en aquellas personas que están obsesionadas por todo lo material y personas que sólo procuran impresionar mediante el dinero. Son personas que intuyen que hay algo bello y profundo que hace a los demás glamurosos pero que, incapaces de comprenderlo y acercarse a ello, sienten la necesidad de impresionar, de figurar, de superar al prójimo, cayendo en la envidia. Son adictos al protagonismo y, puesto que no poseen más que un plumaje gris y anodino, luchan por arrebatar el colorido de los que brillan con luz propia. Roban tu luz y tus ideas para embellecerse falsamente, de manera superficial, ignorando que no es lo que tenés lo que luce, sino lo que sos. Y de la envidia a la crítica sólo hay un pequeño paso. La crítica es otra de las facetas del antiglamour. Para finalizar, Beatrice de Borbón define al glamour verdadero como la combinación del glamour externo más el glamour interior. Para no caer víctima del antiglamour, dice Beatrice, lo define como quedarse en un sitio, en una postura, en una opinión, y aferrarse a ella con argumentos absurdos. Agarrarse al pasado, cerrar los ojos a la vida, no dejarse iluminar por los momentos brillantes que ésta te brinda... y por supuesto, no saber sacar provecho de los momentos oscuros. Para no caer en el antiglamour hay que ser sensible, reconocer el propio espacio sin medirse constantemente con otras personas... y perseguir un sueño, una ilusión: la del glamour.

bibliografía:

Beatrice de Borbón, El glamour, Ediciones Martínez Roca


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